En Flor de Maroñas, en el corazón de un barrio obrero de casas blancas y chiquitas. Como una aparición extraña, la construcción en ruinas emerge en una esquina cualquiera, rodeada de un parque descuidado. Es un caserón inmenso -nos contaba la farmacéutica del barrio, de la que me llegó el primer relato- al que todos conocen como "la casa del águila". Cuando los primeros pobladores de la zona vinieron a quedarse, esa casa ya estaba ahí, sola y vacía.
Desde siempre, en los días de tormenta, la comisaría recibe decenas de denuncias respecto a ruidos extraños que vienen desde esa casa. Se los describe como aullidos, o como aleteos de un ave inmensa encerrada entre sus muros. Una vez, en confianza, un policía me contó que una de esas noches hubo tantas denuncias que el comisario tuvo que enviar a dos agentes a inspeccionar la casa. En bicicleta, porque te podrás imaginar que ni patrullero valía la pena mandar.
Cuando llegaron a la esquina, estos dos agentes buscaron con las linternas algún signo de anormalidad. No encontraron nada, y llegaron a la conclusión de que aquellos ruidos no eran más que producto de la superstición del vecindario, a lo mejor simple ruidaje de muchachos colados en el parque. Pero cuando ya se estaban yendo, escucharon a sus espaldas un estruendo de escombros que caían. Al iluminar, vieron claramente caer desde el techo una gran escultura que dominaba el portal: un águila en gesto amenazante, con las alas y el pico abierto, que se destrozó sobre el terreno, a pocos metros de donde estaban. Pasado el primer susto, los agentes volvieron a la comisaría, y relataron en el parte que "seguramente debido al intenso viento..."
Al día siguiente, los agentes fueron requeridos a la seccional, y puestos bajo arresto por "beber en horas de servicio". Cuando intentaban explicar que ellos no habían bebido, el propio comisario los invitó a seguirlo hasta la casa en camioneta. Al llegar a la esquina, los agentes comprobaron con estupor que el águila de piedra seguía allí, intacta sobre el techo de la casa, donde permanece hasta hoy.
Ésta es apenas una de las decenas de historias que rodean la Casa del Águila del barrio Flor de Maroñas. Es raro el vecino o la vecina que no tenga una historia propia que contar al respecto. Se ha visto al águila moverse, aletear, e incluso volar en las noches de tormenta. Entre ellas, varias vecinas parecían atribuir la "maldición" del águila de piedra "a que hace pila de años, en la época de los tupamaros (sic) ahí torturaban y mataban gente".
Al parecer, la casa fue efectivamente construida como cuartel de campo durante una dictadura militar: es obra del General Esteban Pollo, edecán de Máximo Santos (dictador de finales del siglo XIX) y también grado 33 de la masonería. La conexión que los relatos vecinales hacen entre ambas dictaduras (la de la "época de los tupamaros" y la de Santos) revela el sentido último de la leyenda. Como una amenaza que pende sobre el barrio desde su misma constitución (la casa ya estaba ahí cuando llegaron los primeros vecinos), el águila de piedra (símbolo del poder en todas las épocas, desde los romanos hasta los estadounidenses) revive en cada tormenta el horror de las dictaduras militares. Merced a la leyenda permanentemente actualizada por nuevas historias, el barrio adquiere una identidad y una función: advertir a la comunidad sobre la maldición que amenaza desde la brutalidad de los regímenes autoritarios. El barrio aprendió en su historia sensible e incorporó a su cotidianeidad ese aprendizaje colectivo, como un "nunca más" de piedra, que trasciende (desde la vivencia rediviva del horror) la fugacidad de los discursos políticos y su frágil memoria.
Ojalá, en cada tormenta atmosférica o social, alguien nos narre esa leyenda viva que sostiene la memoria del miedo. Ojalá podamos entonces superar las alusiones a la "ignorancia de la gente", a la "superstición" o la "histeria colectiva" con que intentamos casi siempre defender la hegemonía de nuestro conocimiento "objetivo" de la realidad. Y reconocer, en toda su dimensión, el mensaje que llega desde la memoria colectiva entre las líneas de una leyenda simple de barrio.
Fuente :http://conlacamaraenelbolsillo.blogspot.com
lunes, 14 de enero de 2008
La casa del aguila embrujada - Montevideo Uruguay
en
12:20 a. m.
Etiquetas:
Leyendas urbanas
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