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lunes, 5 de noviembre de 2007

Talismanes y conjuros en el deporte

Muchos jugadores entran a la cancha con el pie derecho y haciendo la señal de la cruz.
Tambien hay quienes se van derechito al arco vacío y meten un gol,o besan los postes.
Otros tocan el césped y se llevan la mano a los labios.
Con frecuencia se ve que el jugador lleva medallita al cuelloy,atada a la muñeca,alguna cinta de protección mágica.
Si tira desviado el penal,es porque alguien le ha escupido la pelota.
Si desperdicia un gol hecho,es porque algún brujo ha cerrado el arco enemigo.Si pierde el partido,es porque ha regalado la camiseta de la última victoria.
El arquero argentino Amadeo Carrizo, jugador de River, llevaba ocho partidos con su valla invicta, gracias a los poderes de una gorra que tenía puesta a sol y a sombra. Aquella gorra exorcizaba a los demonios del gol. Una tarde, Angel Clemente Rojas, jugador de Boca Juniors,le robó la gorra.Carrizo,despojado de su talismán,recibió dos goles,y River perdió el partido.

Un protagonista del fútbol español,Pablo Hernández Coronado,ha contado que cuando el Real Madrid amplió su cancha,pasó seis años sin ganar el campeonato,hasta que el maleficio fue vencido por un hincha que enterró una cabeza de ajo en el centro del campo de juego.

El célebre delantero del Club Barcelona,Luis Suárez,no creía en maldiciones,pero en cambio sabía que iba a meter unos cuantos goles cada vez que se le derramaba el vino mientras comía.

Para invocar a los malignos espíritus de la derrota,los hinchas arrojan sal al campo enemigo.
Para espantarlos,siembran el campo propio con puñados de pepitas de trigo o granos de arroz.Otros encienden velas,ofrecen aguardiente a la tierra o echan flores al mar.Hay hinchas que suplican protección a Jesús de Nazaret y a las almas benditas que murieron quemadas,ahogadas o perdidas,y en varios lugares se ha comprobado que las lanzas de San Jorge y su gemelo africano Ogum son muy eficaces contra el dragón del mal de ojo.
Las gentilezas se agradecen.Los hinchas favorecidos por los dioses trepan de rodillas las cuestas de los altos cerros,envueltos en la bandera del club,o pasan el resto de sus días susurrando el millón de rosarios que han jurado rezar. Cuando el club Botafogo se coronó campeón en 1957, Didí salió de la cancha sin pasar por el vestuario y así,con sus ropas de fútbol,pagó la promesa que había hecho a su santo patrono:atravesó a pie la ciudad de Río de Janeiro,de punta a punta.

Pero las divinidades no siempre disponen del tiempo necesario para acudir en socorro de los futboleros atormentados por la desgracia.La selección de México habia llegado al Mundial de 1930 jugado en Montevideo abrumada por los pronósticos pesimistas.
En vísperas del partido contra Francia,el entrenador mexicano,Juan Luqué de Serrallonga,dirigió un mensaje de aliento a los jugadores reunidos en su hotel:les aseguró que la Vrgen de Guadalupe estaba rezando por ellos allá en la patria,en el cerro de Tepeyac.
El entrenador no estaba bien informado sobre las múltiples actividades de la Virgen.Francia les metió cuatro goles y México entró último en el campeonato.-

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